LA MARINA MERCANTE Y LA INDUSTRIA NAVAL

Durante el último trimestre del año pasado, se manifestaron movimientos para procurar la refundación de la industria naval y la marina mercante. Loables esfuerzos que quedaron sepultados por el clima de vacaciones primero y el tendal de acontecimientos que dejó la devaluación del peso, después.

A sabiendas que ni la marina mercante ni la industria naval forman parte de la agenda presidencial, sería necesario insistir en los reclamos, imponiendo desde el gremialismo el tratamiento de estos temas. Múltiples promesas de ocasión desde Néstor Kirchner, el ministro Julio de Vido y hasta la misma presidente, destacaron en diversas oportunidades la importancia de la marina mercante como fuente generadora de divisas y a la industria naval como actividad industrial, que en los dichos del ex presidente Kirchner, es madre de industrias. Palabras que se las llevó el viento a los pocos minutos de dejar el estrado.

Es sabido que el sindicalismo tiene mucho más poder que todos los empresarios. Pero juntos: capital y trabajo, tendrían mucha más fuerza para presionar en el Congreso el tratamiento de los temas que saquen del ostracismo a nuestro país en estos temas, donde las palabras competitividad, previsibilidad y seguridad jurídica no existen.

Cualquier esfuerzo que se haga en este sentido, tiene que contar –sin lugar a dudas- con el apoyo de la prensa, para mantener latente el tratamiento en el Congreso de los proyectos de ley que pongan de pie nuevamente a la marina mercante, generadora de más de siete mil millones de dólares en fletes, que se los llevan las empresas armadoras extranjeras, porque nosotros carecemos de buques que ondeen el pabellón argentino.

Diez años de promesas incumplidas. Diez años diciendo a los empresarios y trabajadores lo que quieren escuchar, pero sin el menor esfuerzo por hacer realidad dichos compromisos. En los albores de cambios, cualquier intento de torcer la ineficacia sería bienvenido.

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