Analfabeto: Ignorante, sin cultura, o profano en alguna disciplina (Real academia española).
Los últimos 13 o 14 meses han sido generosos en la producción de hechos atractivos para los
medios de comunicación y por ende masivamente consumidos por la opinión pública.
Entre los que han tenido gran repercusión en nuestro país, se cuentan; la tragedia del “Costa
Concordia” y su “capitán cobarde” (tal como lo apodó la prensa internacional). El problemón
sin antecedentes en la historia naval que afrontó la Fragata Libertad y su impecable resolución
dada por nuestro servicio exterior profesional por un lado, y por el temple de su Comandante
y tripulación por el otro. El lamentable hundimiento de un ícono de la guerra de Malvinas –El
Santísima Trinidad- y además, una serie de accidentes en nuestras vías fluviales con más algún que
otro accidente también protagonizado por buques de pasajeros.
Casi no ha quedado lugar para la reflexión, ya que “la agenda del agua” estuvo bastante cargada
por lo que se puede apreciar.
Para hacer un corte y producir alguna pequeña síntesis antes de dar vuelta la página -de un modo
totalmente antojadizo-, se me ocurre cerrar este capítulo de “historias marineras” en el momento
en que se produjo (el jueves 07 de marzo) el cambio de mando precisamente en el buque escuela
Fragata Libertad.
De Schiattino a Salonio, se han escrito, oído y pronunciado miles y miles de palabras con mayor
o menor fundamento. Con certera lógica o disparatada inventiva. Mucha avidez por informar y
mayor necesidad de responder aún cuando ni siquiera la pregunta tenía sentido.
Para completar el panorama acuático del año, el centenario del hundimiento del Titanic y el
anunció de construcción del Titanic dos fueron la frutilla del postre.
Pero aprovechemos este valioso medio de comunicación para centrarnos un poco en lo que nos
ocurrió a nivel local y en tratar de sacar alguna conclusión que nos permita acopiar experiencia
para el futuro.
Hay un viejo proverbio que reza “Hay tres clases de hombres: Los vivos. Los muertos y los que
navegan”.
Pues bien para esa tercera clase, el percance de nuestro buque escuela está lejos de alcanzar la
categoría de catástrofe o tragedia. Por el contrario, el accidente ocurrido en aguas del río Paraná y
que costara la vida a siete marinos del buque arenero “Río Turbio” tardará mucho más tiempo en
ser digerido. Ya que no tuvo por cierto el final feliz que correspondió a nuestra fragata.
Pero es totalmente acertado concluir, que la ilegal detención de la “Libertad” desató un
“tsunami” de información que dejó al desnudo algunos de los aspectos fundamentales de nuestra
idiosincrasia típicamente argentina.
Los más pintorescos tal vez han sido:
La inmediata necesidad de distintos funcionarios de tratar de declararse “inocentes” ante lo que
estaba ocurriendo; todos los medios (prensa corporativa incluida) parecieron útiles para que
cada uno explicara con fundamentos y documentación respaldatoria, que por sus manos no había
pasado la decisión de despachar el buque hacia las poco amistosas aguas del Golfo de Guinea.
Es más, muchos habrán jurado no saber ni tan siquiera donde queda el mencionado accidente
geográfico.
Luego y una vez asumida la realidad, salimos presurosos a reclamar al Consejo de Seguridad de la
ONU y a algunos otros organismos internacionales con la tradicional altivez argentina. Tocamos
casi todos los timbres y habilitamos todas las siglas a la hora de peticionar; tal vez nos faltó llegar a
la CIA y al ACA (Automóvil Club Argentino).
Finalmente alguien con mucha sabiduría a comparación del resto dijo “¡¡¡muchachos!!!! En
Hamburgo hay una gente que se ocupa de estas cosas”. Allí le encontramos el agujero a la aguja
y en un trabajo impecable (porque cuando queremos sabemos hacer las cosas bien) trajimos la
Fragata a casa y además ahora tenemos una sentencia que le da chapa de inembargable.
Mientras tanto, todos nos volvimos (y cuando digo “nos” créanme que asumo mi parte) expertos
en derecho marítimo internacional, en maniobra naval, estrategia, negociación con buitres y otras
aves, etc. Tal como hacemos cada domingo en la cancha, o ante cada hecho que nos conmueve o
nos llama la atención.
La creatividad vernácula fue realmente expresada a su máximo nivel. Todos sabíamos lo que el
práctico que condujo las maniobras de amarre de la Fragata en el Puerto de Tema le dijo al oído al
Capitán. Y todos también sabíamos qué es lo que cada uno de nosotros hubiera hecho en su lugar,
desde cortar los cabos y escapar hasta hundirla, pasando por juntar medio dólar por persona para
pagar la fianza.
Sería injusto no remarcar algunas de nuestras virtudes; luego de mucho discutir, luego de tirarnos
con carpetas de información en las que incluso según alguna diputada opositora, la Fragata
Libertad era un barco más parecido a un “buquebus” que a un buque militar, después de todo
eso…sacamos la celeste y blanca del cajón y todos festejamos la llegada del barco y su tripulación
a casa y los que pudieron, hicieron horas de cola para ir a visitar la nave.
A las oficinas de la Institución de la que formo parte, llamaron por esos días muchas personas, en
su mayoría periodistas deseosos de información y algún que otro funcionario menor temeroso de
lo que podríamos decir.
Pero hubo una joven periodista que es quien con su actitud le da sentido a esta nota. Con una
humildad pocas veces vista me dijo: No lo llamo para preguntarle, lo llamo para que me enseñe
algo sobre barcos para saber qué preguntar y a quién hacerlo…
Hace algunos días un ministro se confesaba diciendo “yo no sé mucho de barcos”. La frase no
parece muy ilógica a pesar que fue dicha por el ministro de la defensa; paradójicamente digamos
en su propia defensa, que los marinos estamos acostumbrados a plantear nuestros problemas
ante gente que no sabe mucho de nuestra vida. Nadie le permitiría al ministro de salud decir “no
sé mucho de epidemias”; o al de educación expresar “tengo algunas dudas con los verbos”. Que
tal a uno de economía manifestando “de bonos no me hable que vengo medio flojito”.
El analfabetismo nunca es absoluto, el indígena más apartado de la civilización es portador de una
cultura, valores y conocimientos que tal vez nunca podríamos aprender sentados frente a nuestras
PCs o mirando Discovery Channel en HD.
Siendo la Argentina un país netamente marítimo y siendo el mar el medio primario de conectarnos
con el mundo, el índice de analfabetismo naval y marítimo es alarmante. Nuestros chicos
estudian, sobre la Cordillera, la Pampa Húmeda, San Martín y Belgrano. Nada o poco sabrán de
la plataforma continental, el calamar, Brown y Martín Jacobo Thompson (a su mujer Mariquita
Sánchez le fue mejor gracias al Himno Nacional). Y ya que nombré a don Manuel; sobre él
aprenderán que creó la Bandera pero nunca que fue el padre de la Marina Mercante Argentina.
Muchísimo más alarmante es que nuestros dirigentes políticos y sociales (de todas las épocas y
gobiernos) son igualmente analfabetos en la materia. A partir de allí, se han tomado decisiones
que han sido nefastas para una parte importante de los intereses de nuestra Patria.
Algún político me dijo una vez. “El problema es que los peces no votan”…“Las urgencias terrestres
son más acuciantes que las marítimas”. Grosero error claro está pero da para otro análisis.
Hoy cada uno de nosotros sabe un poquito más de esta Argentina “Flotante” conformada por
nuestro mar, nuestros ríos y la gente que en ellos trabaja cada día, explotándolos, protegiéndolos
o surcándolos para conectarnos con el mundo. Escuchamos hablar de Buque, aguas territoriales,
tribunal del mar, etc. De tanto escuchar algo seguramente nos ha quedado.
Si hechos como el sucedido con nuestro buque escuela, sirven para que gobernantes y gobernados
sientan la necesidad de aprender un poco más de la Patria en el mar, y de esa formidable riqueza
que debemos proteger, custodiar y explotar, el último viaje de la “Libertad” habrá sido el viaje de
instrucción de cuarenta millones de argentinos, y a no dudarlo; el más importante de su historia.