EN MEDIO DE LAS CELEBRACIONES POR EL DÍA DE LOS INTERESES ARGENTINOS EN EL MAR
ALGUNAS REFLEXIONES SOBRE LA PROFESIÓN DEL MARINO MERCANTE

SÍNTESIS DE UN TRABAJO PROFESIONAL A PRESENTARSE ANTE LA OMI POR INTERMEDIO DE LA FEDERACIÓN INTERNACIONAL DE ASOCIACIONES NAVALES Y MARÍTIMAS

Bien entrado ya el siglo XXI, el progreso "geométrico" del avance de la humanidad nos sorprende segundo a segundo: la medicina, la ingenieria, las comunicaciones y hasta la concepción familiar, cambian sus paradigmas de una forma asombrosa. Cada día una hazaña de la medicina prolonga la vida de alguien que apenas unos años atrás hubiera muerto sin remedio, mientras nos llegan imágenes en tiempo real desde planetas remotos, y una criatura recien nacida puede llegar a ser fruto de la combinación de más de un hombre y una mujer. En fin donde quiera que lo busquemos la vorágine del cambio permanente está presente.

En los albores de un nuevo día de los INTERESES ARGENTINOS EN EL MAR, es bueno reflexionar acerca de como dentro de este título abarcativo, el párrafo corresopondiente a la MARINA MERCANTE, parece ser una lamentable excepción a lo apuntado en el párrafo precedente.

Un profesional de edad equivalente a quien firma esta nota, no ha de poder negar que en los últimos 30 años sólo hemos vivido una constante marcha atrás en todo lo relacionado con la actividad. Menos barcos, menos fletes, menos esperanza de desarrollo; más trabas para el escazo ejercicio profesional, más enfretamientos entre gremios y empresas, entre gremios y gremios, autoridades responsables del área con poca altura intelectual para resolver los conflictos y para aportar ideas para una actividad cuyo ejercicio deficiente le cuesta al país algo así como 5000 millones de dólares al año.

Por estos días vemos a legisladores de un mismo partido, divididos en torno a dos proyectos de ley de marina mercante e industria naval, quien más o quien menos ha expresado su adhesión a uno u otro proyecto, pero lo cierto es que otro año va pasando y no hay atisbos de contar con una legislación como el sector merece.

En otro orden de cosas, también la herramienta básica de nuestra profesión el REFOCAPEMM, obsoleto desde hace ya muchisimos años, tiene varios proyectos en danza. Todos antagónicos entre sí en cuestiones fundamentales y todos lanzados por instituciones o funcionarios públicos. Y aquí también al margen que alguno nos guste más que otro, lo cierto es que 2015 se irá sin que nada cambie en el horizonte marítimo.

Y es casualmente todo lo relacionado con la FORMACIÓN Y CAPACITACIÓN del personal embarcado, lo que debería ser considerado como la piedra basal para a posteriori trabajar en la conformación de una marina mercante acorde a nuestras necesidades.

Los oficiales de la Marina Mercante, suelen conformarse con ser expectadores de su propio futuro. Como mucho, algún dirigente con "aires" de iluminado se conforma con rimbombantes declaraciones a pesar del fastidio de sus forzados oyentes, que no llegan a entender qué es lo que quiso decir.

Y tal vez ha llegado el momento de comenzar a plantear si los profesionales del mar no están a esta altura de este maravilloso siglo, en condiciones de comenzar a ser los protagonistas de su propia profesión.

Abogados, médicos, ingenieros, contadores y hasta locutores, son formados en institutos del ESTADO, o PRIVADOS bajo supervisión del Estado y una vez egresados son sus propios colegios profesionales los que manejan su matrícula profesional. Los que regulan el ejercicio profesional e incluso los que en determinadas circunstancias los sancionan hasta inclusive con la suspensión de la matrícula.

Hace algunos años, durante una reforma edilicia en el Edificio Libertad a cargo de un familiar, un impertinente capitán de navio le ordenó a este familiar profesional de la arquitectura, que "bajo su responsabildad" eliminara unas columnas molestas que impedian realizar una prolija formación en ceremonia. Demás está decir que el señor en cuestión ya dejó la marina y las columnas siguen en su lugar. El cargo público tiene necesariamente límites cuando un profesional se calza sus propias atribuciones al hombro.

Entonces, y sólo con el ánimo de generar la discusión al respecto; podríamos validamente preguntarnos si no será el momento en los centros profesionales (en especial los de oficiales de ultramar) se animen a dar un paso más al correspondiente a ser entidades gremiales y sean los verdaderos hacedores de los destinos de la profesión.

A partir de las falencias en al actual sistema de formación y titulación, las entidades gremiales han sido eficientes a la hora de formar estructuras educativas complementarias para paliar las carencias del sistema estatal.

Un claro ejemplo de ello esta constituido por la escuela de formación "Omar Rupp" del SOMU, asimismo por el sofisticado simulador de maniobras de puente que este sindicato comparte con el Centro de Capitanes de Ultramar. Hablando de capitanes, la fundación Escuela Nacional de Náutica, dicta todo tipo de cursos de capacitación en condiciones óptimas y se suma ahora el ultra moderno simulador de sala de máquinas que vendrá a solucionar un problema grave de titulación que la actual autoridad del sistema no tiene la menor posiblidad de solucionar.

¿Qué pasaría entonces si de una vez por todas, se divieran las aguas y una vez cumplida la lógica y elemental formación a cargo del ESTADO NACIONAL, los centros de oficiales obraran como verdaderos COLEGIOS PROFESIONALES, siendo los responsables y garantes de las habilidades y capacitación requerida por parte de los profesionales del mar?

¿Sería imposible que estos institutos sostenidos y avalados por las respectivas entidades profesionales y que obviamente serían auditados por las autoridades correspondientes, se ocupen no sólo del dictado de todo tipo de cursos sino que además sean los garantes de la validez de los mismos y de todas las condiciones psicofísicas de los profesionales? ¿Por qué si un cirujano cardiovascular está amparado, protegido y regulado por una entidad profesional, un marino debe requerir el visto bueno de una autoridad militar que tal vez jamás vió de cerca un buque mercante?

Si esto suena muy utópico...¿por qué mínimante no se pone en manos de profesionales del sector, todo lo relacionado con la titulación de los profesionales del mar?
Si existe un área, secretaría o como se llame dentro de una institución del Estado Nacional, que regula nuestro destino ¿por qué no hay profesionales de la marina mercante a cargo de las mismas?. Así como hay médicos funcionarios ¿por qué no hay marinos mercantes al frente de todos y cada uno de los organismos y dependencias que tienen que ver con la profesión del mar?.

Hace algunos años, un grupo de oficiales de la marina mercante con una generosa visión de futuro creó el COLEGIO DE OFICIALES DE LA MARINA MERCANTE. Sus propósitos ulteriores tenían que ver con esto (entre otras cosas) la estrechez intelectual de algún nefasto personaje del gremialismo, dió por tierra con la iniciativa al amenzar a sus asociados indicando que SE EXPULSARÍA DEL GREMIO a quien osare adherir a esta iniciativa.

Una madre da a luz al hijo de otra madre que no puede gestarlo en su vientre. Dos padres del mismo sexo adoptan a una criatura porque se sienten en capacidad de darle su amor; un "hola" escrito en las antípodas de nuestra ubicación actual, nos llega en forma instantanea y devolvemos la gentileza con una "selfie" tomada con un celular que es en realidad una poderosa computadora. Miramos gracias a ese mismo aparato, cómo está todo en nuestra casa u oficina gracias a una webcam remota; sabemos casi con precisión cercana a la exactitud, a qué hora comenzará a llover, si caerá granizo o si bajará la temperatura. Todo cambia, todo progresa, todo mejora. Mientras ello ocurre un señor con "cara de guerra" frustrrado porque imaginó para su carrera militar algo mejor que mirar libretas de embarco de gente que no le cae para nada simpática, cuenta con sus dedos cuántos días de embarco tenemos; pontifica desde su ignorancia y nos pide el certificado del certificado del otro certificado. Nos hace la vida difícil, tediosa, ingrata. Se desquita con nosotros su propia insatisfacción profesional. Y a veces parece que no somos capaces de dar un giro a nuestro propio destino, a gritar más alto, más fuerte y fundamentalmente con MÁS DERECHO.

Piénselo , tal vez nos ha llegado la hora de asimilar que la esclavitud ya terminó.

Fernando C. Morales
Maquinista Naval Superior VGM
Lic. en Adm. Naviera
Perito Naval
Capitán de Fragata (RN)