Horacio VÁZQUEZ

Señor Director de la Escuela Nacional de Náutica, CN don Patricio GARRAHAN

Señor Secretario General del Centro de Comisarios Navales, CN VGM don Juan Carlos DEL PALACIO Señor Presidente de la Liga Naval Argentina, MNS VGM don Fernando MORALES

SEÑORES OFICIALES DE LA PLANA MAYOR

CUERPO DOCENTE, PERSONAL CIVIL Y MILITAR, INVITADOS ESPECIALES CADETES

Para todos nosotros, la tradicional costumbre de despedir a nuestros seres queridos, más que un hábito formal es -sobre todo en la marina mercante- una obligación moral en la que el dolor por la pérdida deja lugar al deber con el sentido más profundo, ya que, por sobre el conocimiento indispensable y el entrenamiento que distingue a nuestra profesión, está la misión primordial sobre la que se apoya todo el resto y que constituye el pilar de sustento de nuestra actividad en el mar: la salvaguarda de la vida humana.

Para muchos de nosotros, hablar o escuchar hablar de héroes, próceres y personalidades ilustres o destacadas de nuestra patria en general o de nuestra profesión en particular es un hábito mas o menos común; mas o menos interesante; incluso más o menos emocionante.

Por eso, hacer hoy un alto en nuestras tareas para recordar y despedir a nuestro colega; compañero y amigo el señor comisario naval Daniel Brudo es, a la vez un honor singular y una tarea en la que la emoción solo cede ante lo justo y significativo del acto.

Si en nuestras profesiones en el mar -igualmente militar; policial o mercante- tenemos desde hace siglos la tradicional costumbre de tratar a nuestros oficiales con el apelativo de “señor”, en el caso del comisario brudo, era más una definición personal que un hábito. Daniel era un señor. Pero un “señor” que llenaba con cumplida satisfacción todas y cada una de las acepciones del término: un señor oficial de la marina mercante; un señor profesional; un caballero en todo sentido: responsable y afable; considerado y siempre disponible; riguroso y agradable; confiable y simpático.

Tuve el honor y la felicidad de conocerlo hace cerca de 20 años y quiso la providencia que no fueran pocas las oportunidades que tuvimos para colaborar en varios proyectos dentro y fuera de nuestro ámbito profesional, lo que nos permitió forjar una cálida amistad.

Si haber servido en la marina mercante desde su graduación casi sin interrupción era  una  alegría  para  él;  servir  en  la  armada  y  particularmente  a  bordo  del transporte naval “canal Beagle” era un orgullo visible. Dificilmente se encuentre un oficial que haya cumplido más campañas antárticas que el comisario brudo. Dificilmente también haya un marino que estuviera mas orgulloso que él. Precisamente su orgullo por ser lo que eligió ser: oficial comisario naval de la marina mercante era uno de sus signos de identidad: Daniel no trabajaba de marino mercante. Daniel era marino mercante.

Con propiedad, hoy puedo decir -sin riesgo de ser o parecer vulgar- daniel es marino mercante y lo será por siempre. No solo porque continúa y continuará acompañándonos su memoria y ejemplo, sino porque hoy cobra especial significación esa frase de nuestro juramento profesional que prolonga nuestro ser más allá de las fronteras de la vida, cuando dice que es “un juramento que hacemos por siempre jamás…”

Quienes conocimos a daniel podemos atestiguar que sus defectos eran los mismos de cualquiera de nosotros. En cambio, sus virtudes le eran propias y distintivas. Quizá pudieramos sintetizarlas en la palabra más digna de nuestro ser como humanos: amor. Amaba nuestra profesión con pasión. Amaba a sus seres más cercanos. Amaba a sus amigos. Amaba de darlo todo. Amaba de regalarse íntegro, de darse por entero, sin peros ni renuncios. Era hombre de una sola palabra y sin talonario de facturas. La tristeza; la angustia y el dolor de su partida solo se atempera con la certeza de verlo ahora mismo aquí, con nosotros, tal como estuvo siempre que lo necesitamos y de saber que continuará laborioso y entusiasta guiándonos cada vez que la memoria nos traiga su cálida presencia.

Sus cadetes despiden hoy al señor Brudo, un oficial modelo… sus colegas despedimos a Daniel… nuestro amigo entrañable…