Columna de opinión del VP de la Liga Naval Argentina, Fernando Morales, en Infobae.
Nuestras sucesivas euforias y decepciones colectivas para con los “líderes” están en estrecha relación con un extraño proceso de elevación a los altares de un determinado personaje que sólo en muy pocas excepciones tiene carácter permanente.
Publicado: 08-11-2016
No sé si a usted le pasa, querido amigo lector, pero a veces me parece que como sociedad estamos condenados a repetir una y otra vez los mismos errores y no porque un ente superior se encargue de estropearnos la vida, sino seguramente porque ponemos mucho énfasis en hacerlo nosotros mismos, con un poquito de ayuda (claro está) de muchos de nuestros dirigentes, políticos, gremiales, empresarios, sociales y hasta deportivos.
Nuestras sucesivas euforias y decepciones colectivas para con los "líderes" de los sectores antes enunciados están en estrecha relación con un extraño proceso de elevación a los altares de un determinado personaje que sólo en muy pocas excepciones tiene carácter permanente. Cuando el otrora Dios pierde sus "jinetas" de tal, no pasa simplemente al ostracismo sino que desciende a los infiernos y pasamos a considerarlo el lugarteniente del mismísimo Satanás.
Quizás el único superhéroe perpetuo de la argentinidad sea el general José de San Martín, emblema referencial de creyentes y paganos, derechosos e izquierdistas, demócratas y fachos. Sobre él y en rededor de él, todo es sagrado, impoluto, altruista y patriótico. Y si la historia dice que al cruzar la Cordillera de los Andes el hombre estaba un poco enfermo, igual nos gusta imaginarlo sobre "brioso corcel" avanzando a la cabeza de la tropa. ¿Quiere que le diga algo? El hombre, sin lugar a dudas, se lo ganó y con creces.
Si nos ponemos ahora en la tarea de buscar otros íconos referenciales, la cosa se nos comienza a complicar. ¿Roca? ¿Rosas? ¿Sarmiento? Estos podrían ser un ejemplo claro de sucesivos viajes de ida y vuelta desde el Olimpo al abismo, de acuerdo con las conveniencias políticas contemporáneas o de la puesta de moda de tal o cual corriente de pensamiento histórico.
Más cerca en el calendario, de Perón a Cristina (pasando por Jorge Rafael, Raúl y obviamente Carlos), todos han experimentado el mecanismo que antes le esbocé. Y si algún joven lector cree que el general Rafael Videla siempre fue el malo de la película, lamento decirle que hubo un tiempo en que buena parte de la sociedad lo percibía como un salvador de la patria. Pero eso es otra historia.
Diego Maradona, el ídolo de nuestra juventud y Diego Maradona, el mal ejemplo para esta juventud; parecería ser una tercera clase en la clasificación vernácula de dioses y demonios e incluye a los que al mismo tiempo son buenos y malos, pero jamás serán indiferentes para nadie. ¿Se le ocurre alguien más? Sí, claro que sí, "ella".
¿Por qué vengo hoy a complicarle la mañana de un día laboral con esta disquisición? Hace unos días, este portal recibió una carta firmada por el hoy detenido, ex líder de los marinos mercantes, Enrique Omar Suárez. A partir de su publicación (parcial), se originaron comentarios emitidos por lectores del portal, hasta autoridades nacionales, incluyendo a la interventora en el sindicato y hasta al propio juez de la causa.
Ahora, más allá del hecho producido por un procesado que envía una carta en la que intenta dar su opinión sobre su propia situación judicial, Suárez es hoy para la sociedad un malo absoluto y este sí que viene de los altares en el más literal sentido de la palabra, ya que su amistad con el hoy papa Francisco se remonta a muchos años atrás, cuando colaboraba económicamente con algunas obras del entonces padre Jorge. Transitó, además, otros tronos más terrenales que el de Pedro. Hombre de la mesa chica de varias conducciones de la CGT (opositora, oficial o unificada, según la época), ex cliente del ex ministro de Trabajo, Carlos Tomada, cuando este se dedicaba al derecho laboral marítimo, supo apoyarse casi incondicionalmente en los "descules" legales de un abogado que lo ayudó a armar un conglomerado de emprendimientos hoy bajo la mira de la Justicia. Ese abogado terminó (hoy es público el dato) como socio del esposo de la actual interventora en el Sindicato de Obreros Marítimos Unidos (SOMU). El mundo es chico, decían nuestras abuelas.
El problema de decretar que una persona pasa a ser malo absoluto es que nos impide ver con objetividad las circunstancias que permitieron que un mortal común se convirtiera, de la noche a la mañana, en el peor de todos.
Lo tomo a Suárez como ejemplo, pero cambiando los nombres y las circunstancias la fórmula es la misma. Hoy (en este caso) tenemos a un señor que compró empresas, campos, clubes, escuelas, hoteles, más campos, barcos grandes y barcos de remolque, y también agencias de navegación. Un señor que extorsionaba a empresarios, que ponía la pistola sobre la mesa (al decir de quienes lo acompañaron en sus travesuras hasta un par de meses antes de su procesamiento) y que además, según sus acusadores, contrabandeaba todo lo que su mente fuera capaz de imaginar y mucho más.
Sólo para seguirme la corriente, piense en otros malos absolutos y verá cómo, sin excepción, el que pasa a ser rotulado de villano lo es hasta por la forma en que respira. Cada vez que me tocó participar en la inauguración de alguno de los hoy investigados emprendimientos de Suárez y sus socios sindicales me preguntaba: "¿Esto estará bien, será legal?". Pero resultaba ser que el acto más modesto estaba encabezado por dos ministros (si no estaba Ella en persona), bandas militares, fuerzas de seguridad, algún que otro cura que bendecía el emprendimiento y muchos de los mismos dirigentes gremiales que hoy dicen no conocerlo y de empresarios que actualmente declaran haber sufrido extorsión, todos aplaudiendo, riendo, brindado y exclamando: "Sos grande, Omar". Creo no equivocarme si afirmo que, en este caso, como en tantos otros, aquello de que somos nosotros y nuestra circunstancia aplica en un todo. El hoy denostado Caballo Suárez era, hasta hace apenas un año, un potro alado.
En forma paralela, nos van llegando a diario noticias non sanctas sobre los justicieros que imparten justicia en el intervenido sindicato marítimo, alguna que otra denuncia judicial contra quienes llevan adelante esta "estoica patriada", con su interventora a la cabeza, a las que se agregan protestas de los trabajadores por el establecimiento de listas negras para que algunos ya no encuentren trabajo en los buques. La frutilla del postre: hace algunas horas, uno de los niños mimados de la diputada interventora en el SOMU, Gladys González (la única funcionaria pública que depende al mismo tiempo de dos poderes del Estado, en abierta violación a las normas constitucionales en la materia), el edil de Avellaneda, Daniel Lewicky, protagonizó un suceso vergonzante al conducir su automóvil ebrio y sin registro, con el agravante de oponer resistencia a las autoridades policiales que lo quisieron detener.
Para no volver a tropezar cien veces con la misma piedra, deberíamos tal vez ser sabios a la hora de administrar los atributos de severidad, indulgencia, confianza, compasión, simpatía y misericordia entre buenos y malos, de tal suerte de ser lo suficientemente sabios como para entender que no hay seres oscuros y seres iluminados en forma total y permanente. De esta forma, si aprendemos a ser piadosos con el desgraciado pero severos (antes que obsecuentes) con el agraciado por las mieles del poder, llegaríamos con el tiempo a tener seguramente muchos menos ángeles providenciales detentando el poder, pero también muchísimos menos caballos desbocados ocupando una celda en nuestras cárceles. Recuerde: "Yo soy yo" pero todo el resto de mis pares en la sociedad son "mi circunstancia", no hagamos de esta última el crisol del que nazcan los ángeles de hoy y los demonios de mañana.
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