Descontrol en el río,  ¿son legales las fiestas a bordo?

Si algún hilo conductor puede tenderse entre la tragedia del Submarino ARA San Juan y lo acontecido hace pocas horas a bordo del barco de pasajeros “Libertad” es lo misterioso que resulta para la población en general  todo aquello que refiere a la actividad pública y privada en el mar y los ríos nacionales.

En primer lugar deberíamos aclarar que la República Argentina tiene una única autoridad marítima y fluvial. Esta es la Prefectura Naval Argentina, una de las cuatro fuerzas de seguridad federales que a diferencia de la Gendarmería, la Policía Federal y la de Seguridad Aeroportuaria, tiene la potestad de dictar “Ordenanzas Marítimas” que regulan condiciones de tránsito para los distintos tipos de buques que surcan nuestras aguas, normas técnicas para la habilitación de embarcaciones, control y habilitación del personal embarcado de la Marina Mercante, deportiva y pesquera y toda otra cuestión que tenga que ver con la seguridad de la navegación.

En uso de esas facultades la PNA, es la responsable de velar por las condiciones en las que el buque de pasajeros “Libertad”, ejerce su actividad en las aguas del Río de la Plata.  Infobae dialogó con una de las máximas autoridades de la Prefectura y obtuvo como rotunda respuesta que la nave contaba con todos sus certificados y habilitaciones en orden, que la cantidad de pasajeros era inferior a la máxima permitida, que los elementos de seguridad estaban en orden y que la tripulación estaba perfectamente habilitada para este tipo de tráfico fluvial. Por otra parte los marinos superaron exitosamente el control de alcoholemia realizado y el personal de drogas peligrosas de la institución policial no encontró rastros de estupefacientes en las instalaciones de la nave.

Por otra parte la investigación judicial, en primera instancia concuerda con que el capitán del buque realizó todos los procedimientos de rigor para los casos de “hombre al agua” y de hecho el “Libertad” fue rápidamente liberado por la Jueza Arroyo Salgado y hoy mismo está en condiciones de zarpar y realizar algún otro evento a bordo.

Dicho esto, resulta insoslayable no obstante remarcar que en los últimos tiempos el habitual uso de este tipo de embarcaciones normalmente afectadas a las celebraciones de eventos sociales, familiares o empresarios, ha ido mutando y transformando a estas naves en verdaderas discotecas flotantes en la que  “empresarios” de la noche alquilan la nave y con algún que otro subterfugio, se las ingenian para disfrazar de evento social a una actividad lucrativa que además de aprovechar una zona gris en la que  falta  legislación, termina constituyendo un verdadero peligro para los que asisten a las denominadas “fiestas de cumpleaños”.

Desde la Prefectura Naval se remarca que la ingesta de alcohol por parte de tripulantes marítimos o fluviales está totalmente prohibida a nivel de “tolerancia 0” el marino que infringe esta norma y es detectado se enfrenta a sanciones que van desde suspensiones en su habilitación para ejercer su cargo a bordo, hasta la baja definitiva del registro del personal navegante. También es cierto que se realizan controles sobre la existencia de sustancias prohibidas, pero una vez que la embarcación suelta amarras, todo queda bajo la responsabilidad del capitán del buque que oficia como representante de la autoridad pública. No obstante el capitán podrá ejercer este carácter sólo en el caso en que alguna actitud de sus pasajeros comprometa la seguridad de la nave, lo que evidentemente deja fuera de su autoridad el controlar el nivel de ingesta de alcohol por parte de los pasajeros. “También es una realidad que la cantidad de tripulantes que la reglamentación exige para este tipo de naves, no supera las cuatro personas, algo que torna muy difícil el posible manejo de más de 150 jóvenes exaltados” sostiene un miembro del Sindicato Obreros Marítimos Unidos, consultado por Infobae.

Al margen del caso del Libertad, en los últimos años se ha notado un increíble incremento de embarcaciones privadas recreativas (lanchas y yates) que se reúnen en puntos determinados del delta bonaerense y realizan todo tipo de eventos. El incremento de controles por parte de la Autoridad Marítima sin bien los ha acotado a tal punto que comienza a notarse un paulatino declive, tiene como se ha dicho el límite concreto de no poder ir más allá de la verificación del cumplimiento de la normativa náutica vigente.

El agua, “tierra” de nadie…

Al decir de los peritos navales consultados, el “descontrol” en el río viene de la mano del incremento de exigencias que distintas autoridades nacionales y municipales han impuesto a los establecimientos nocturnos terrestres. Inspecciones de salubridad, seguridad contra incendios, AFIP, etc., han hecho que el río comience a ser percibido como un lugar en donde nadie puede o quiere hacer nada.  “Resulta evidente, que no se le puede pedir todo a la Prefectura que no es más que una autoridad policial, la política debe hacer lo suyo” señalan.

En relación con el párrafo anterior, hay que destacar que todo el transporte marítimo y fluvial del país tiene como autoridad de aplicación al Ministerio de Transportes a través de la Subsecretaria de Puertos, Vías Navegables y Marina Mercante y específicamente por intermedio de la Dirección Nacional de Transporte Marítimo y Fluvial. Ambos organismos están actualmente en manos de Oficiales de la Marina Mercante, que conocen perfectamente bien este medio.

Consultado uno de los más importantes empresarios navieros del país, indicó que “Ahora tanto la provincia de Buenos Aires como la Subsecretaria de Transporte sostienen que no tienen injerencia en el tema de la habilitación de este tipo de barcos, lo que supone un grosero error por parte de los funcionarios responsables. Una cosa es la habilitación técnica de la nave y otra es la autorización para un uso comercial determinado, en este punto tanto el municipio, la provincia y la nación tienen responsabilidad insoslayable” concluyó la fuente.

Tal vez el caso más emblemático del aprovechamiento del vacío legal en la materia, lo constituya la radicación del primer “buque casino” en el sector sur del puerto metropolitano. El propio Jefe de Gobierno de la época -Fernando De la Rúa- se apersonó a la nave para clausurarla no pudiendo hacerlo porque técnicamente la nave a flote está fuera de los límites de la Ciudad ya que las aguas del Río de la Plata son federales.

Todos los expertos consultados por Infobae, concuerdan en señalar que este desafortunado suceso debería constituir un verdadero “Leading Case” a partir del cual, las autoridades políticas tomen cartas en el asunto y se establezca alguna suerte de regulación adicional a la dispuesta por PNA para tomar el control de la situación.

“Hoy el Ministro de Transportes se encuentra en Miami en la convención internacional de cruceros en su carácter de autoridad de aplicación en materia de tráfico internacional de pasajeros. En escala el tráfico local de personas es materia directa de su incumbencia” Señalan los trabajadores marítimos.

Por otra parte, luego de casi dos días de búsqueda, buzos rescatistas de la Prefectura Naval Argentina que atendieron la emergencia SAR dieron con el cuerpo del joven de 19 años que se arrojó a las aguas del Río Luján en plena navegación. Las tareas de búsqueda se complicaron por la nula visibilidad que presenta tanto el Río de la Plata como sus afluentes y por las fuertes corrientes. Ahora resta que la pericia forense establezca las casusas de la muerte y la posible ingesta de estupefacientes durante su permanencia a bordo del “Libertad”.