Un punto de inflexión en la investigación sobre el ARA San Juan. Por Fernando Morales
Publicado: 16-04-2018
El almirante desplazado en forma obligatoria por el presidente Mauricio Macri deslindó cualquier responsabilidad sobre lo sucedido en sus subordinados y en el Ministerio de Defensa.
"Fue algo increíble, por momentos parecía que era una persona totalmente ajena a la Armada Argentina". Esta frase, pronunciada por uno de los asistentes a la testimonial que prestara el ex jefe del Estado Mayor General de la Armada, almirante en situación de retiro obligatorio Marcelo Srur, resume por sí sola el tenor de los dichos del ex jefe naval.
Srur arribó al juzgado federal de Caleta Olivia custodiado por personal de la Prefectura Naval Argentina, paradojalmente la institución que desde su cargo intentó limitar en su accionar con innumerables gestiones a nivel político.
La crónica indica que con amabilidad y aplomo se mostró dispuesto a responder las 106 preguntas que tanto la doctora Yáñez, jueza instructora, como la fiscalía y las dos querellas presentes le realizaron. Pero lo que esas respuestas dejaron al descubierto a partir de ahora es motivo de análisis no solo judicial sino a nivel político y militar; Srur dejó un verdadero campo minado.
El hilo conductor de la extensa declaración de más de seis horas netas (descontados los descansos) fue la total negación de responsabilidad alguna. Lo que no solo colisionó con el tradicional estilo naval en materia de espíritu de cuerpo, sino que además parece contradecir el propio accionar del ex jefe naval durante el tiempo que estuvo al frente de la fuerza ejerciendo una conducción rígida, con la particularidad de involucrarse personalmente en todas las áreas de la Marina.
En ese contexto, llama poderosamente la atención la excesiva forma en que el almirante retirado cargara las tintas en adjudicar una responsabilidad extrema en quien fuera su subordinado y candidato firme a sucederlo en el mando, el contralmirante Luis López Mazzeo, quien fuera separado del cargo y sumariado por el propio Srur, aunque en su declaración sostuvo que no lo hizo por iniciativa propia, sino en cumplimiento de una orden directa del Ministerio de Defensa.
Srur se aferró en extremo a la política de conducción militar que indica, en la más pura teoría, que los comandantes reportan solo a sus comandantes superiores. En este sentido, el comandante del submarino recibía instrucciones del comandante de la fuerza de submarinos y este directamente de López Mazzeo, quien, según Srur, no tenía ninguna obligación de contarle a él lo que hacía. Lo que en la práctica es bastante diferente.
Al mismo tiempo, Srur, que ocupó el cargo de Mazzeo antes de ocupar la jefatura de la Armada, indicó que él sí rendía cuentas de todo a sus superiores, pero que lo hacía porque él quería (sic).
De una forma ingeniosa, sorteó su responsabilidad a la hora de ser requerido sobre la actitud que tomó cuando el ex inspector general de la Armada, contralmirante Lezana, le entregó el informe final de la inspección realizada al San Juan. Sostuvo: "El submarino estaba en condiciones de navegar pero no de operar"; esta frase no fue casual, ya que en otro momento de su declaración sostuvo enfáticamente: "De haber conocido el informe realizado por el capitán Fernández un par de meses antes de la zarpada, no lo hubiera dejado navegar nunca más". Estas palabras contrastaron con su constante prédica en cuanto a la independencia de López Mazzeo en materia operativa.
Srur señaló, sin sonrojarse, que había sido dejado al margen de la distribución de información acerca del ejercicio militar del que formaría parte el San Juan y que fue considerado por la propia Armada como el más grande de las últimas décadas, donde incluso se procedió a hundir como práctica de tiro a una unidad naval (el Comodoro Somellera) radiada del servicio activo. Pareció olvidar que él mismo invitó al ministro de Defensa a embarcar en el ARA San Juan para participar de parte de las maniobras en las que intervendría la unidad naval. Tampoco nadie le contó que la nave luego haría tareas de patrullado en la zona económica exclusiva.
A contramano de las explicaciones dadas desde el propio Ministerio de Defensa en cuanto a que el San Juan no realizó espionaje sino que hizo tareas de observación del tránsito marítimo sobre naves de interés para el país, Srur sostuvo que la inteligencia militar es responsabilidad del Ministerio de Defensa a través de la Dirección de Inteligencia Estratégica Militar (Diniem) y que a él no lo consultaban al respecto.
Tampoco admitió tener responsabilidad alguna en la supuesta demora que la Armada tuvo para poner al tanto de la desaparición del San Juan a la Autoridad Marítima Nacional (Prefectura Naval). Eso era también responsabilidad de López Mazzeo por ser la autoridad SAR, autoridad de búsqueda y rescate. En este aspecto, desde Caleta Olivia parece estar decidida la convocatoria al jefe de la Prefectura, prefecto general Eduardo René Scarzello, quien en principio habría puesto la fuerza al servicio de las tareas de búsqueda, ante el propio Srur.
A medida que las declaraciones de Srur se van conociendo, las reacciones en diversos ámbitos políticos, militares y de la inteligencia nacional son unánimes al manifestar un alto grado de malestar por el tenor de estas. En este sentido, una alta fuente militar señala que, de comprobarse la veracidad de los dichos del ex jefe de la Marina, ello pondría al desnudo un alto grado de descontrol en la fuerza y una virtual rotura en la cadena de mandos, al margen de la ya señalada formalidad reglamentaria en cuanto a subordinación operacional de los comandantes entre sí.
Por otro lado, las aseveraciones de Srur se contradicen con el protagonismo que él mismo asumiera frente al Presidente de la Nación a la hora de controlar y supervisar las tareas de búsqueda y rescate. Todas las visitas a los distintos centros de coordinación y control de búsqueda de parte de las autoridades políticas fueron siempre encabezadas por él en persona.
Si, por el contrario, las próximas declaraciones de jefes navales de menor jerarquía contradicen las aseveraciones de Srur, "la situación procesal del almirante cambiaría drásticamente" indican desde Caleta Olivia. Es el turno del capitán de navío Gabriel Attis, actual responsable de la base de submarinos de Mar del Plata.
La expectativa por las declaraciones de Attis está dada por haber sido puesto en este cargo por el propio Srur cuando dejó su cargo el anterior jefe, contralmirante González, abrumado por la crisis del San Juan. En su cargo anterior Attis era un hombre de la mesa chica de Srur, ya que se desempeñaba en un área bajo control directo del ex jefe de Estado Mayor. Además, como era submarinista fue fuente de consulta permanente durante las tareas de búsqueda y rescate.
Si hay una cosa en la que todos los consultados parecen estar de acuerdo, es que las decenas de hojas que llenó Srur con sus dichos son un verdadero punto de inflexión en la investigación sobre la desaparición del San Juan, y marcan el alejamiento definitivo de cualquier hipótesis que pretenda sostener que esta obedeció a una causa fortuita. "Muchos de los que han pasado por aquí como testigos probablemente regresen pero ya como imputados" señalan algunos de los protagonistas de esta realmente increíble testimonial.
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