Este 10 de mayo de 2020 fecha en que celebramos un nuevo aniversario de la LNA, se presenta particularmente distinto a los anteriores, aún cuando esos aniversarios no fueran necesariamente parecidos entre sí.
Publicado: 10-05-2020
Nuestra Institución, como la mayoría de las instituciones del mundo, han sido constituidas por hombres capaces de brindarse con el corazón, con amor desinteresado, no especulativo, tocados por la magia de la tolerancia hacia las posturas más diversas y encontradas, respetando sobre todo a aquel que piensa de un modo distinto.
Básicamente y más que nada, siendo solidarios al construir, para beneficio de los demás, antes que en beneficio propio.
El tradicional saludo de la LNA a sus socios, a los integrantes del Directorio, a las Instituciones que apoyan y facilitan nuestra gestión y en general a todos los amigos y simpatizantes del más variado espectro que año a año acompañan nuestro accionar, hoy resulta imposible de ser manifestado tal y como siempre fue.
Desde luego, aún cuando el apretón de manos o el gesto fraterno del abrazo o el saludo directo que tanto reconforta no se puedan dar y que tanto bienestar generan, el saludo está aquí, es éste y queda expresado formalmente.
Porque así lo ha querido la naturaleza, que ha puesto a prueba una vez más nuestra capacidad de asombro. Nos ha medido el umbral de tolerancia, la facilidad de aceptación a las medidas de precaución que debemos respetar ante esta pandemia, que no esperábamos y que nos ha cambiado la vida por completo, así, de un momento para otro.
Que nos dejó encerrados en nuestras casas con lo más íntimo de la familia y con alguna ocasional mascota.
El confinamiento nos ha despojado de todo, menos del asombro. Nos ha mostrado a los héroes anónimos en ciudades prácticamente vacías, con hospitales preparados frenéticamente para lo peor, lo que afortunadamente hasta ahora no sucedió y que Dios ha de querer, nunca se de.
Luego de esto, nada será igual. Aunque volvamos a la normalidad (vaya palabra) la incertidumbre reinará entre nosotros por quién sabe qué tiempo. Y habrá, necesariamente, una reacomodación en todo. Vivamos este momento con la ilusión que el encierro, más vale pronto que lejos, habrá de terminar.
Entonces seguiremos trabajando duro, sin enojos ni reproches, recuperando el tiempo de este paréntesis, con la preocupación lógica por el momento tan particular que nos está tocando vivir, y que la humanidad toda padece y del que nuestra sociedad no es ajena.
Esforcémonos para actuar no sólo con solidaridad, sino agregando a nuestro accionar, una actitud bondadosa y tolerante.
Pidamos a Dios Nuestro Señor, que nos otorgue la esperanza que tanto nos ayudará a encontrar la paz que reconforta y el sendero productivo de la acción.
Felicidades a todos.
Prefecto General Pedro Alberto Cuesta
Presidente
LIGA NAVAL ARGENTINA
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