El 9 de abril de 1982 una embarcaci贸n de la Armada Argentina hab铆a prestado asistencia a un buque mercante pero en medio de un fuerte temporal se declar贸 en emergencia. Un pu帽ado de hombres se transformaron inesperadamente en los salvadores.
Publicado: 01-09-2021
La ma帽ana del 1 de abril de 1982 sorprendi贸 al buque carguero 鈥淩铆o Cincel鈥 amarrado en uno de los muelles de la d谩rsena 鈥淏鈥 del puerto metropolitano (en lo que hoy es parte del coqueto barrio de Puerto Madero).
La nave se encontraba en plena operaci贸n de embarque de carga general que comprend铆a desde madera de quebracho y tambores de miel hasta carne congelada y maquinaria industrial. Los puertos de destino se ubicaban a lo largo de toda la 鈥淐osta Este de Estados Unidos鈥 ya que la embarcaci贸n un铆a regularmente el Puerto de Buenos Aires con terminales mar铆timas de Brasil y EEUU.
A primera hora del 2 de abril el Capit谩n Juan Carlos Trivel铆n, comandante del buque, recibi贸 la orden de descargarlo y proceder a embarcar un cargamento militar ordenado por la Fuerza A茅rea Argentina. En el mismo acto se le inform贸 que el destino de su barco no ser铆a el puerto estadounidense de Baltimore sino Puerto 鈥淕aucho Rivero鈥 (luego Puerto Argentino). 脡l, su buque y su tripulaci贸n quedaban a ordenes del Comando de Operaciones Navales de la Armada Argentina. Oficiales y tripulantes deber铆an presentarse a bordo a las 21 horas de ese mismo d铆a.
En el mismo momento, y fruto del desconocimiento sobre la situaci贸n, quien escribe esta cr贸nica se aprestaba a celebrar su cumplea帽os n煤mero 23 en familia ya que se encontraba franco de guardia.
El festejo no pod铆a esperar ya que un par de d铆as m谩s tarde el R铆o Cincel lo llevar铆a a surcar el Oc茅ano Atl谩ntico por primera vez como Oficial de la Marina Mercante Argentina (su promoci贸n hab铆a egresado el 17 de marzo). Tambi茅n lo har铆a estrenando su jerarqu铆a de guardiamarina de la Reserva de la Armada Argentina, aunque esto 煤ltimo era algo m谩s bien formal ya que tal condici贸n solo le ser铆a invocada para prestar servicios militares en el hipot茅tico e improbable caso de que el pa铆s afrontara una guerra. Algo que obviamente resultaba imposible.
El Capit谩n Juan Carlos Trivel铆n (centro) junto al Jefe de M谩quinas H茅ctor Pagani y la cadete de la Escuela de N谩utica, Marcia Marchesotti. La torta lleva las iniciales de este cronista, cuyo cumplea帽os se celebr贸 a bordo el 2 de abril de 1982
Sin embargo la vida de este cronista junto con la de otros 37 marinos profesionales y cinco cadetes de la Escuela Nacional de N谩utica 鈥淢anuel Belgrano鈥, entre ellos dos mujeres, tuvo un giro inesperado. Uno a uno fueron convocados por las autoridades navales a presentarse a bordo para ser parte de un acontecimiento que obviamente no estaba previsto en sus respectivos planes de vida. Lo que el Capit谩n Trivel铆n ya sab铆a desde muy temprano, era ahora puesto en conocimiento de la tripulaci贸n.
Tal vez fruto de la urgencia o la improvisaci贸n de la mayor铆a de las operaciones log铆sticas y de apoyo a las fuerzas militares desplegadas, el decreto de movilizaci贸n de la reserva naval nunca se emiti贸 por lo cual la tripulaci贸n del Rio Cincel al igual que la de al menos otros 30 buques civiles zarp贸 bajo el mismo r茅gimen legal que ampara el funcionamiento de las naves mercantes en tiempo de paz. Nadie tom贸 ni tan solo la simple medida de desembarcar a los tripulantes extranjeros ni a los cadetes que cursaban su pr谩ctica final a bordo.
Sin armas, sin escolta de buques militares y sin entrenamiento. Sin hacer preguntas y con la 煤nica convicci贸n que la Patria los convocaba para ser parte de una historia con final abierto, se hicieron a la mar casi mil marinos civiles. No hubo dilaciones ni deserciones. Tampoco hubo una banda militar ni autoridades de uniforme despidiendo al primer buque mercante que part铆a hacia las islas, solo un pu帽ado de familiares que ya sobre el filo de la media noche vio la silueta del 鈥淩铆o Cincel鈥 adentrarse en el R铆o de la Plata para alcanzar el mar.
Rumbo a lo desconocido
El Capit谩n Trivel铆n no solo era un marino experimentado, ten铆a la gran ventaja de haber navegado muchas veces rumbo a Malvinas, conoc铆a el puerto y las maniobras de aproximaci贸n necesarias.
Lo que no conoc铆a tanto el como su tripulaci贸n era demasiado sobre como navegar en condici贸n de guerra. Silencio de radiocomunicaciones, ojos de buey y ventanas empapeladas para no dejar filtrar la luz hac铆a el exterior, sobres con claves militares que se deb铆an poner en uso y desechar en d铆as y horas preestablecidas las que a pocas horas de navegar fueron reemplazadas por di谩logos en lunfardo o con modismos irreconocibles para eventuales o铆dos indiscretos durante la escasas comunicaciones radiales con por el entonces Comando en Jefe de la Armada. Tampoco sab铆a Trivel铆n lo que lo esperar铆a al llegar al coraz贸n mismo de las operaciones militares. Precisamente Puerto Argentino.
El buque ARA "Isla de los Estados" aproxim谩ndose al R铆o Cincel para retirar su carga frente a Puerto Argentino
Un arribo complicado
El R铆o Cincel fondeo a casi dos millas de Puerto Argentino a las 07.10 horas del 7 de abril. Prism谩ticos mediante desde el puente de mando la tripulaci贸n pudo apreciar en parte el ir y venir de centenares de uniformados que realizaban todo tipo de tareas sobre la l铆nea de costa. La orden recibida hab铆a sido muy clara. 鈥淣o emitir palabra alguna hasta que desde el Apostadero Naval Puerto Argentino se les diera instrucciones鈥.
No obstante con el paso de las horas y un creciente temporal que hac铆a peligroso mantener la nave fondeada balance谩ndose seg煤n el capricho del mar, el capit谩n Trivel铆n se comunic贸 por intermedio del equipo de radio VHF con el apostadero militar pidiendo instrucciones. Grande fue su sorpresa cuando comprendi贸 que quien operaba la radio desde tierra no ten铆a instrucciones para darle ya que por una de las tantas descoordinaciones entre las operaciones de las tres fuerzas armadas, trat谩ndose de una carga para la Fuerza A茅rea, el personal naval no estaba al tanto de que hab铆a que hacer.
No obstante, en relativamente poco tiempo, las indicaciones llegaron. Seg煤n la orden recibida, el buque ARA 鈥淚sla de los Estados鈥 proceder铆a al encuentro del R铆o Cincel para alijar -traspasar- la carga a sus bodegas. Por las dimensiones del carguero civil, no era posible amarrarlo en el muelle local.
Olga C谩ceres, Marcia Marchesotti, An铆bal Orquiguil y Enrique Marti, todos cadetes en formaci贸n que en ning煤n caso ejercieron su derecho de abandonar el buque antes de la zarpada hacia Malvinas
Ya sobre el mediod铆a un fuerte temporal se desarrollaba sobre las inmediaciones de Puerto Argentino. A pesar de estar fondeado el Cincel comenz贸 a desplazarse -garrear-, proyect谩ndose sobre la proa del pesquero de bandera polaca 鈥淕oplo鈥. A pesar de poner en marcha su poderoso motor principal, nada pudo impedir que la cadena del ancla de este 煤ltimo se enrollara en la h茅lice del carguero argentino dej谩ndolo en la peor situaci贸n posible, sin m谩quinas junto a otra nave y en medio de una tempestad.
El pedido de ayuda
Pretender que desde el precario Apostadero Naval Malvinas se contara con una dotaci贸n de buzos experimentados en soldadura submarina con el equipo necesario y un medio de transporte apto para llegar al mercante, sumergirse, y cortar los gruesos grilletes que aprisionaban la h茅lice dejando al buque inutilizado, sonaba amenazadoramente imposible.
Faltaban apenas horas para el inicio del bloqueo naval anunciado por Londres y ni civiles ni militares ten铆an la m谩s remota idea de si el primer ataque acontecer铆a horas, d铆as o semanas despu茅s de ese momento.
Una de las EDPV que la Armada destac贸 en Malvinas para servicios de apoyo. La que llevaba el n煤mero 43 fue la rescatada por la dotaci贸n civil del R铆o Cincel
Si bien todo jugaba en contra, las profundas falencias del planeamiento estrat茅gico del conflicto se vieron en parte contrarrestadas por la formidable voluntad e ingenio de los cuadros t谩cticos destacados al teatro de operaciones.
Fue as铆 que luego de lidiar con la falta de equipos de buceo aptos, carencia de ox铆geno, inexperiencia en la tarea espec铆fica y otras dificultades que ser铆a tedioso enumerar, la embarcaci贸n naval EDPV 43 pudo amarrarse al casco del Cincel con cuatro buzos (dos de la Fuerza A茅rea y dos de la Armada) m谩s una dotaci贸n de ocho suboficiales y marineros del apostadero naval.
Diversas y sucesivas inmersiones permitieron liberar la h茅lice y de esta manera el 鈥淩铆o Cincel鈥 recuper贸 el 煤nico medio de defensa con el que contaba. Su capacidad desplazamiento en el mar. 鈥淣os salvaron muchachos鈥. Fue la frase que resumi贸 el agradecimiento de la tripulaci贸n para con los uniformados. Eran las 11 de la ma帽ana del 9 de abril.
De salvados a salvadores
Sin m谩s tr谩mites ni ceremonias, los buzos junto al resto de la tripulaci贸n de la embarcaci贸n militar emprendieron el viaje de regreso hac铆a Puerto Argentino.
Las condiciones meteorol贸gicas eran francamente malas y exced铆an el marco de seguridad con el que una EDPV pod铆a navegar. A poco de iniciar el regreso a tierra firme la nave emiti贸 un desesperado e imprevisto pedio de auxilio. 鈥May Day... May Day... EDPV 43 solicita ayuda urgente, perdimos el control de la embarcaci贸n, el motor no responde, probablemente perdimos la h茅lice鈥.
El pedido de auxilio emitido por el patr贸n de la lancha de la Armada Argentina emitido por el canal 16, la frecuencia de socorro en VHF, fue recibido tanto en el muelle de Puerto Argentino como a bordo del Cincel.
La situaci贸n era cr铆tica. Una embarcaci贸n de ese tipo sin propulsi贸n en medio de una mar gruesa ten铆a dos destinos posibles: ser arrastrada mar adentro o dar vuelta de campana (180掳) poniendo en serio riesgo de supervivencia a quienes la tripulaban. Ning煤n buque apto para un rescate seguro se hallaba en las proximidades del lugar, y los pedidos de auxilio se reiteraban con pocos minutos de diferencia.
Rumbo al rescate. Los oficiales Placenti y Morales, los cadetes Orquiguil y Marti y los tripulantes Carim y Brantiuk (con salvavidas) junto al primer oficial de m谩quinas Alberto Paladino
Tanto Trivel铆n como sus oficiales debieron tomar una r谩pida decisi贸n. Lo 煤nico que se pod铆a hacer era arriar un bote salvavidas con una tripulaci贸n de rescate e ir en procura de la nave militar con dos intenciones. La primera darles remolque y llevarlos a puerto. La segunda intentar rescatarlos si ya hubieran naufragado y decidir sobre la marcha si llevarlos a tierra o al buque.
El panorama era desalentador. En primer lugar los marinos mercantes reciben capacitaci贸n en el arriado y abandono del buque que tripulan, la misma se hace normalmente en instalaciones terrestres y con pr谩cticas en mares o r铆os tranquilos (las pr谩cticas que hac铆a el R铆o Cincel se realizaban habitualmente en el Mar Caribe). Ning煤n tripulante ten铆a experiencia en arriado de botes con mar gruesa, menos en rescate de embarcaciones a la deriva y much铆simo menos en retornar con el bote al buque y realizar en pleno temporal la maniobra de reizado del mismo hasta su lugar de estiba. La existencia de botes a bordo de un mercante es para escapar de la nave en caso de siniestro, no est谩 previsto el regreso salvo durante las pr谩cticas.
Trivel铆n solo pod铆a hacer una cosa para salvar a sus salvadores, pedir voluntarios. Los oficiales Placenti y Morales, los cadetes Mart铆 y Orquiguil y los tripulantes Brantiuk, Carim y Gioia se destacaron para cumplir con la misi贸n. Considerando que la tripulaci贸n se hab铆a alistado para un viaje al verano estadounidense, la ropa de abrigo no era precisamente lo que abundaba a bordo. El fr铆o y el mar ser铆an implacables con aquellos hombres.
El rescate
El arriado del bote con los siete tripulantes a bordo del mismo fue supervisado en persona por el capit谩n Trivel铆n y el resto de la oficialidad del buque. A pesar del mal tiempo todo se desarroll贸 conforme a los procedimientos establecidos.
Una vez en el mar la tarea no result贸 sencilla pues no se trataba solo de alejarse del buque madre en resguardo de la propia vida, sino que hab铆a que poner proa a la embarcaci贸n en peligro a pesar de que la corriente no era la m谩s favorable.
Las instalaciones del Apostadero Naval Malvinas fueron el destino de la operaci贸n de rescate. Los rescatistas fueron recibidos por el Teniente de Fragata Pereyra
Ninguno de los siete tripulantes recuerdan exactamente el tiempo transcurrido desde la zarpada hasta el avistaje del lanch贸n naval. Lo que si tienen presente es que una vez que se consigui贸 pasarle un cabo de remolque fueron al menos tres horas de navegaci贸n durante las cuales rescatistas y rescatados compartieron la misma incertidumbre sobre el resultado de esa verdadera 鈥渁ventura mar铆tima鈥.
Si bien se naveg贸 a vista de costa, la sensaci贸n de todos era la de estar en presencia de una mano invisible que la alejaba cada vez m谩s. Los golpes de mar sobre el bote y la lancha se incrementaban conforme el clima empeoraba, hasta que una se帽al efectuada por un marinero permiti贸 enfilar la proa del bote hac铆a el punto de amarre que nadie obviamente hab铆a tenido tiempo de consultar.
Rescatistas y rescatados arribaron a Puerto Argentino sobre las 18 horas de aquel 9 de abril. El Jefe del Apostadero Naval, Capit谩n de Fragata Adolfo Gaffoglio, no se encontraba all铆. Quien s铆 estaba era el Teniente de Fragata Pereyra, que hac铆a las veces de ayudante del oficial naval a cargo.
Ante la falta de posibilidades que el joven oficial ten铆a de brindar alguna bebida caliente a todos sus inesperados visitantes, la dotaci贸n de rescate se aperson贸 hasta un hotel pr贸ximo al apostadero en procura de al menos un t茅. En esa circunstancias este cronista recibi贸 una fuerte reprimenda de parte del mism铆simo gobernador militar Mario Benjam铆n Men茅ndez por no estar adecuadamente vestido. Nada sab铆a el general de lo que aquellos mal ataviados marinos acababan de hacer por sus camaradas de armas.
El regreso
Terminada la fugaz estad铆a en el suelo patrio recuperado y a punto de disponerse a regresar, los marinos del Cincel fueron convocados al interior del apostadero. Una vez en el lugar, personal de inteligencia naval entreg贸 un cofre lacrado con destino a la base naval Mar del Plata. Supuestamente el contenido a transportar inclu铆a material de inteligencia sobre actividad de miembros de la resistencia Kelper e hip贸tesis de atentados tipo guerra de guerrillas. Pero eso jam谩s pudo ser comprobado por los tripulantes del Cincel.
Volver fue una tarea cicl贸pea con el mar en contra. Literalmente el bote no avanzaba. El frio y el viento parec铆an haber alcanzado su m谩xima expresi贸n y tanto el tramo final de la aproximaci贸n al buque como los reiterados intentos de volver a enganchar la proa y la popa del bote salvavidas a los cables de acero que permitir铆an izarlo fueron un c煤mulo de fracasos.
Afortunadamente, cuando fruto de los reiterados golpes que el fr谩gil bote se autopropinaba con el s贸lido casco de chapa naval del Cincel comenzaban a hacerlo colapsar, proa y popa se acoplaron a sus respectivos cables. As铆 comenz贸 el izado con el milagroso saldo de doce tripulantes a salvo en tierra y siete marinos mercantes de regreso al buque sin mayores novedades que algunos golpes sin importancia.
El R铆o Cincel, prosigui贸 con sus tareas, entre ellas hubo de cumplir con escalas en Puerto Madryn y Mar del Plata y hasta pudo realizar parte de su viaje a EEUU donde incluso se especul贸 con la recepci贸n de material t谩ctico, miras nocturnas, que un proveedor del mercado negro de armas hab铆a vendido a la junta militar.
La nave regres贸 al puerto de Buenos Aires el 14 de junio, el mismo d铆a de la rendici贸n. Antes que las familias de los tripulantes, abord贸 el buque personal de inteligencia naval que 鈥渞ecomend贸鈥 a todos y cada uno no divulgar nada de lo visto, hecho o escuchado en el Atl谩ntico Sur.
El plano de distribuci贸n de bodegas del "Rio Cincel". La nave pose铆a cuatro bodegas a proa y una a popa
En reiteradas ocasiones, alguno de los improvisados rescatistas intent贸 obtener informaci贸n sobre la suerte corrida por aquellos hombres a los que savlaron de la voracidad del mar. Nunca tuvieron 茅xito. La historia desapareci贸 de los registros navales y solo parecen recordarla sus protagonistas y alg煤n escritor que ha volcado en un par de libros la epopeya de los buques tanque, cargueros y pesqueros que cumplieron distintas tareas durante las operaciones militares en el archipi茅lago malvinense.
M谩s all谩 de las condecoraciones y dem谩s honores que la legislaci贸n vigente les otorgara a los civiles y militares que se han ganado el reconocimiento de la condici贸n de Veteranos de Guerra, esta historia -una de las tantas que dej贸 la guerra- fue en los hechos ignorada por distintos mandos navales en los 煤ltimos 40 a帽os.
Solo el Reino de Espa帽a a trav茅s de la organizaci贸n conocida como Patrulla Auxiliar Mar铆tima al tomar conocimiento de los hechos, distingui贸 a alguno de los rescatistas civiles del Cincel por el sagrado cumplimento del deber mar铆timo m谩s sagrado, la salvaguarda de la vida humana en el mar.
Ellos no esperaron jam谩s una medalla, un aplauso ni una banda militar tocando marchas en su honor. Solo esperan no abandonar esta tierra sin saber que suerte corrieron sus rescatadores-rescatados de la EDPV 43, una simple embarcaci贸n en peligro que les permiti贸 cumplir precisamente el ya mencionado juramento profesional de todo marino: 鈥 Defender la vida humana en el mar a煤n a costa de poner la propia en peligro鈥.
Fotos: Gentileza de Fundaci贸n Histamar y Marcia Marchesotti
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