Por Almirante VGM (RE) Daniel Alberto Enrique Martin.
Ex Jefe del Estado Mayor General de la Armada y actual Director de la Liga Naval Argentina.
Publicado: 13-11-2021
Y allí va el gallardo ARA San Juan, dejó su último contacto con tierra firme al zarpar del muelle de Ushuaia un miércoles 8 de noviembre de 2017, hace ya cuatro años, y navega saliendo a la mar abierta por el Canal Beagle listo a retomar las tareas previstas en su Orden de Operaciones.
La navegación transcurriría sin novedad, hasta que, casi una semana después, en la noche del martes 14 de noviembre de 2017, en medio de un imponente temporal y ya en superficie, su Comandante, capitán de fragata Pedro Martín Fernández, informó a su comando superior que la unidad había sufrido un principio de incendio en el sector de baterías de proa, el que ya había sido controlado por su tripulación.
¿Pero dónde se encontraba la nave? El submarino estaba efectuando una patrulla de control del mar en proximidades del límite de la Zona Económica Exclusiva argentina, aproximadamente a unas 250 millas náuticas al este de Comodoro Rivadavia.
Al día siguiente, a las 07:19, el submarino cursó la última comunicación con su autoridad de control. Unos minutos después, el comando de la Fuerza de Submarinos aprueba el mensaje de movimiento del San Juan, habiéndole ordenado previamente que finalizara las actividades previstas originalmente y pusiera una derrota directa a la Base Naval Mar del Plata.
Al pasar el tiempo establecido para su reporte y por no haber tenido contacto con el ARA San Juan, se inició una exploración exhaustiva de comunicaciones en todas las frecuencias, cumpliendo lo especificado en los procedimientos de búsqueda. Al no recibirse ninguna respuesta, el 16 de noviembre, a las 14:13, la Armada Argentina transmitió el mensaje de “Submarino desaparecido”, desencadenando la operación de búsqueda y rescate (SAR) internacional más importante de este siglo en el Atlántico Sur.
Se desplegaron en ese momento y de manera inmediata, las unidades que se encontraban listas a zarpar, junto a las aeronaves de exploración y vigilancia marítima, hacia la posición estimada donde podría encontrarse el submarino, iniciándose una organizada, detallada y minuciosa búsqueda.
Posteriormente, y a medida que el tiempo trascurría sin poder localizar al submarino, se fueron produciendo los relevos en el mar con la mayoría de los buques de la Flota de Mar y de las aeronaves de la Aviación Naval argentina, a los que se sumaron en la búsqueda y localización, unidades navales de la Prefectura Naval Argentina, aviones de la Fuerza Aérea Argentina y elementos del Ejército Argentino que procedieron, estos últimos, a analizar las imágenes satelitales que se iban obteniendo.
El 17 de noviembre se recibe en la Oficina Internacional para el Rescate y Escape de Submarinos (ISMERLO, por sus siglas en inglés -International Submarine Escape and Rescue Liaison Office-) el aviso de lo que estaba ocurriendo con la desaparición del submarino en el Mar Argentino. El mundo entero pone su atención sobre lo que estaba sucediendo y rápidamente, desde diversos puntos del globo, acudieron en apoyo varios buques y aviones de la comunidad internacional, llegando a totalizar un número de 18 países extranjeros intervinientes en la operación.
El ARA San Juan era un submarino diésel-eléctrico de la clase TR-1700, diseñado por el astillero Thyssen Nordseewerke y fue construido en Emden (Alemania), junto a su “gemelo” el ARA Santa Cruz. Esta unidad de combate, recibida por la Armada Argentina sobre fines del año 1985, fue concebida para realizar ataques a las líneas de comunicaciones marítimas, tanto contra el tráfico mercante, como frente a unidades navales de superficie y submarinos. Entre los años 2007 y 2014 se le había efectuado la reparación de “media vida” en el Complejo Industrial Naval Argentino (CINAR) –ex Ministro Manuel Domecq García-, lo que le permitiría aumentar su vida útil por 30 años más. Incorporándose nuevamente a la Fuerza de Submarinos al finalizar esta restauración.
Estando en plena búsqueda, la Organización del Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares (CTBTO, por su sigla en inglés - Comprehensive Nuclear-Test-Ban Treaty Organization-) anunció que el 15 de noviembre a las 10:51 tres estaciones habían detectado una señal hidroacústica inusual cerca de la última posición conocida del submarino desaparecido. El sistema detectó un “evento anómalo, singular, corto, violento y no nuclear consistente en una explosión”, que de alguna manera dio indicios de la posible ocurrencia de un siniestro en dicha área.
A las 16.20 del 30 de noviembre y transcurridos 15 días de la última comunicación por parte del submarino, se dio por finalizada formalmente la parte de rescate de la misión SAR, aunque se tomó la decisión de continuar las operaciones de búsqueda con todos los medios disponibles.
Los denodados esfuerzos realizados, por aire y mar, por todos los participantes para encontrar al buque siniestrado, continuaron siendo infructuosos. En el mes de septiembre de 2018 la Armada Argentina contrató a la empresa Ocean Infinity especializada en exploración de fondos marinos, la que arrendó al OSS Seabed Constructor, equipado con cinco vehículos submarinos autónomos y dos dispositivos adicionales operados a distancia, para su búsqueda y localización.
Estas operaciones continuaron en el tiempo y recién el viernes 16 de noviembre a las 23:50 esta nave, tras 60 días de trabajo y cuando se disponía ya a suspender su labor por mantenimiento, detectó un contacto positivo correspondiente al campo de escombros del ARA San Juan. La Armada Argentina, en la madrugada del 17 de noviembre (un año después de su desaparición), confirmó que se habían hallado los restos del submarino a 907 metros de profundidad en el lecho marino, en una posición muy cercana a la anomalía sísmica previamente informada por la CTBTO (Latitud: 45°57′ S y Longitud: 59°46,4′ W).
Finalmente se había llegado a lo inevitable: el submarino ARA San Juan había naufragado con toda su tripulación a bordo, sin ningún sobreviviente.
Cuarenta y cuatro marinos (entre ellos una mujer), compañeros, amigos, padres, hijos, esposos, convertidos en su más leal guardia de honor, le acompañaron al lecho del mar para su reposo final.
Las circunstancias de su hundimiento siguen siendo hoy producto de varias suposiciones sin que ninguna de ellas haya sido comprobada fehacientemente; ya que todas las opiniones que se puedan emitir se enfrentan con el inconveniente de no contar con el buque para dar solución a sus inquietudes periciales. Tan solo se podría manifestar que, por alguna causa no confirmada fehacientemente, se desencadenó un incidente de tal magnitud que no pudo ser controlado por su dotación, con la consiguiente pérdida de plano, hasta producirse la implosión de la nave, alcanzada la profundidad de colapso del casco resistente.
Pocos ejemplos impresionan tanto como el ver a hombres de honor que mueren por cumplir con su deber. Es seguro que ninguno de nosotros podrá ponerse en la piel de sus familiares, pero, el compromiso que cada integrante de esta bendita nación debiera contraer, es mantener viva la llama de su vocación sin límites.
Ellos constituyeron una unidad indivisa con su nave dándole vida hasta el último aliento en aras de custodiar a la Patria en el mar. Y hoy es esa misma barca la que, por la fatalidad del destino, los cobija en la inmensidad de las profundidades.
Nuestro extenso territorio ha sido, y es, muy generoso en sus recursos humanos y naturales, y este terrible naufragio, este doloroso siniestro, debiera ser el punto de inflexión para seriamente profundizar sobre cuál es el papel que se le debe asignar a la defensa de la Nación en el mar, en la tierra y en el aire. Sería el mejor homenaje que se le puede hacer a quienes ofrecieron su vida sin pedir nada a cambio.
Su pérdida sigue siendo un verdadero duelo nacional y en su memoria y en la de sus 44 tripulantes, se siguen efectuando numerosos actos oficiales y privados, tanto en el país como en el extranjero, inclusive algunos de ellos realizados por marinos de otras latitudes al navegar en cercanía del lugar del naufragio.
Los “44” navegaron hacia la eternidad a través de su gran pasión: el mar, y es por eso que nunca olvidaremos sus nombres, jamás su sacrificio y mucho menos su abnegado ejemplo que nos guiará siempre por el camino del esfuerzo que lleva a la grandeza de nuestra Nación.
Porque, como alguien dijo ya hace algún tiempo:
“A estos marinos no se los llora, se los honra”
Que el Señor los haya acunado en su seno y que la Virgen Stella Maris, patrona de los marinos, los tenga y proteja a su lado en su Patrulla Eterna.
Honor y Gloria a los 44 tripulantes del submarino ARA San Juan que vivirán por siempre en nuestros corazones:
01. Capitán de Navío Pedro Martín FERNÁNDEZ
02. Capitán de Fragata Jorge Ignacio BERGALLO
03. Capitán de Fragata Fernando Vicente VILLARREAL
04. Capitán de Corbeta Fernando Ariel MENDOZA
05. Capitán de Corbeta Diego Manuel WAGNER
06. Capitán de Corbeta Víctor Andrés MAROLI
07. Capitán de Corbeta Eliana María KRAWCZYK
08. Capitán de Corbeta Adrián ZUNDA MEOQUI
09. Capitán de Corbeta Renzo David MARTÍN SILVA
10. Teniente de Navío Jorge Luis MEALLA
11. Teniente de Fragata Alejandro Damián TAGLIAPIETRA
12. Suboficial Mayor Javier Alejandro GALLARDO
13. Suboficial Mayor Alberto Cipriano SÁNCHEZ
14. Suboficial Principal Víctor Hugo CORONEL
15. Suboficial Principal Walter Germán REAL
16. Suboficial Principal Hernán Ramón RODRÍGUEZ
17. Suboficial Principal Cayetano Hipólito VARGAS
18. Suboficial Principal Luis Marcelo LEIVA
19. Suboficial Primero Roberto Daniel MEDINA
20. Suboficial Primero Celso Oscar VALLEJOS
21. Suboficial Primero Hugo Arnaldo HERRERA
22. Suboficial Primero Víctor Marcelo ENRÍQUEZ
23. Suboficial Primero Ricardo Gabriel ALFARO RODRÍGUEZ
24. Suboficial Primero Daniel Adrián FERNÁNDEZ
25. Suboficial Primero Jorge Ariel MONZÓN
26. Suboficial Segundo Fernando Gabriel SANTILLI
27. Suboficial Segundo Jorge Eduardo VALDEZ
28. Suboficial Segundo Sergio Antonio CUELLAR
29. Suboficial Segundo Alberto Ramiro ARJONA
30. Suboficial Segundo Cristian David IBÁÑEZ
31. Suboficial Segundo Mario Armando TOCONÁS
32. Suboficial Segundo Franco Javier ESPINOZA
33. Suboficial Segundo Jorge Isabelino ORTIZ
34. Suboficial Segundo Enrique Damián CASTILLO
35. Suboficial Segundo Hugo Dante César ARAMAYO
36. Suboficial Segundo Luis Esteban GARCÍA
37. Suboficial Segundo Luis Carlos NOLASCO
38. Suboficial Segundo David Adolfo MELIÁN
39. Cabo Principal Fabricio Alejandro ALCARAZ CORIA
40. Cabo Principal Leandro Fabián CISNEROS
41. Cabo Principal Luis Alberto NIZ
42. Cabo Principal Daniel Alejandro POLO
43. Cabo Principal Germán Oscar SUÁREZ
44. Cabo Principal Aníbal TOLABA
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