No obstante la ceremonia de botadura estará teñida por una profunda incertidumbre acerca del futuro de la actividad, ya que por primera vez en la historia, las instalaciones del astillero quedarán vacías y sin órdenes de construcción a la vista.

Ocurre que la industria naval (tomada como enemigo a exterminar) por parte del actual gobierno, atraviesa un periodo oscuro que impide a los armadores pesqueros trazar planes de inversión intensiva como lo son aquellos que enmaracan la construcción de nuevas unidades navales.

El aumento caprichoso de los derechos de extracción, la persistencia de las retenciones a las exportaciones, la falta de crédito y los reiterados anuncios sobre la intención gubernamental de entregar el mar argentino a flotas extranjeras a cambio de un mísero canon abonado en divisa, no son el marco propicio para pensar en invertir en buques.

Fracasado el intento gubernamental de exterminar la actividad pesquera nacional desde la propia ley bases dado el amplio repudio de todo el arco político, empresario, sindical y social, ahora los libertarios van por algo tal vez mucho más perverso. Ahogar a las pesqueras financiera e impositivamente para que en poco tiempo abandonen la actividad y de este modo dejar los mares "limpios" de argentinos y poder cumplir finalmente con el sueño de entregarlo al mundo... “Deep motosierra� que le dicen.