La opini贸n del Vicepresidente de la Liga Naval Argentina
Publicado: 24-07-2018
El nuevo rol de las Fuerzas Armadas no es tan nuevo
Luego de varias semanas de anuncios previos y globos de ensayo arrojados al escrutinio de la opini贸n p煤blica, el gobierno nacional anunci贸 el "nuevo rol" de las Fuerzas Armadas. El entrecomillado ex profeso deber铆a indicarnos que, antes de enfrascarnos en interminables debates en busca de la verdad revelada, deber铆amos bajar las revoluciones y detenernos a reflexionar sobre algunas cuestiones insoslayables y que tal vez nos lleven a la conclusi贸n que no hay nada demasiado nuevo.
Empecemos por los antecedentes. En el d铆a de hoy se public贸 en el Bolet铆n Oficial el decreto N煤mero 683/18, que modifica al decreto 727/06, conocido como "decreto Garr茅". Un primer an谩lisis b谩sico indicar铆a que desde el punto de vista jur铆dico para reemplazar total o parcialmente una norma hace falta cuando menos una norma de igual jerarqu铆a, lo que en este caso se cumple acabadamente.
Pero puestos en el fragor de la lucha a favor o en contra del decreto en cuesti贸n, no deber铆amos pasar por alto el primer rengl贸n del texto publicado que dice "Visto las leyes Nros. 23.554, 24059, 24948 y 25520 y los decretos 727 y 1691/06鈥
Las normas citadas son nada m谩s ni nada menos que las leyes de Defensa Nacional, Seguridad Interior, Reestructuraci贸n de las FFAA e Inteligencia Nacional, adem谩s de los dos decretos que de alguna manera intentaron acotar el accionar de las estructuras militares "interpretando" las leyes citadas.
Si nos detenemos a leer la ley 24.948, sancionada el 18 de marzo de 1998, encontraremos que la misma indica en su art 2掳 que la pol铆tica de defensa implica la protecci贸n de los "intereses vitales de la Naci贸n". Para definir estos intereses, la norma nos remite al art 2掳 de la ley de defensa nacional. Si tenemos paciencia y seguimos el sabio camino de la lectura, descubriremos que "la Defensa Nacional es la integraci贸n coordinada de todas la fuerzas de la Naci贸n, para solucionar los conflictos que requieran el empleo de las FFAA en forma disuasiva o efectiva para enfrentar agresiones de origen externo".
Podr铆amos descubrir tambi茅n que esta ley sancionada durante el gobierno justicialista de Carlos Menem y aprobada en forma abrumadora por ambas c谩maras legislativas indica que quienes fijan las misiones de las FFAA en defensa de esos intereses vitales son los ministerios de seguridad y defensa.
Tambi茅n nos causar谩 sorpresa ver que en su art铆culo 6掳 la norma indica que el empleo militar se efectuar谩 en cumplimiento del resguardo de: Intereses Vitales, Resoluciones de la ONU, ley de Seguridad, y apoyo comunitario.
El art. 11 asimismo, manifiesta que el personal de militar est谩 compuesto por el personal en actividad permanente, el contratado por tiempo determinado y las reservas. Las que existen desde hace tantos a帽os, como los que tiene la ley del personal militar 19101/71.
Para no abrumar al lector con demasiadas referencias legales, digamos finalmente que la ley 23.554 de Defensa Nacional habla de la definici贸n de hip贸tesis de conflicto. Pero en ning煤n modo decreta la abolici贸n de las mismas. Algo que tozudamente la dirigencia pol铆tica de los 煤ltimos a帽os nos ha querido imponer. Pero la realidad indica que la ausencia unilateral de hip贸tesis de conflicto es una falacia en s铆 misma. Y no es menos 煤til recordar que la ley de seguridad interior de 1991 pero reglamentada por el anterior gobierno en 2006, habilita (previa declaraci贸n del estado de sitio) al empleo liso y llano de las FFAA para restablecer el orden interno.
Me tom茅 la libertad de hacer este punteo legal porque resulta evidente que las medidas anunciadas en las 煤ltimas horas nos llevan derecho a una pol茅mica 谩spera y radicalizada que se basar谩 m谩s en lo que se cree que pueda pasar , que en lo que realmente significa.
El Estado Nacional invertir谩 este a帽o unos cien mil millones de pesos en mantener a las FFAA. Ya es por todos sabido que el 90% de esa suma se gasta en sueldos. Y el resto es para pagar servicios, reparaciones menores, y casi nada queda para operar y mover los vetustos barcos de la marina, y los escasos recursos a茅reos y terrestres.
El ya famoso decreto 727 y las falsamente nulas hip贸tesis de conflicto dejaron a las instituciones armadas pr谩cticamente sin tarea. Como no hay que nada para hacer鈥 驴c贸mo pensar que alg煤n gobierno las reequipar铆a?
El dram谩tico c铆rculo se completa con el paulatino desincentivo para los hombres y mujeres que ingresan a las fuerzas, que suelen sentirse abandonados por el mismo Estado que los alent贸 a formarse como militares. No debemos olvidarnos que los militares son antes que nada empleados p煤blicos a los que se supone, el Estado Nacional tiene inter茅s en formar y mantener en su plantilla.
Esta situaci贸n coexiste con la innegable realidad que indica que los conflictos y las amenazas existen y que van mutando conforme transcurre el tiempo. La amenaza cibern茅tica, solo era habitual en las series de ciencia ficci贸n en los 90. El narcotr谩fico es un flagelo que ya est谩 instalado en cada ciudad del pa铆s y el terrorismo fundamentalista ya golpe贸 a nuestra puerta en dos oportunidades y nada indica que no vaya a volver a hacerlo.
Podr铆a entonces afirmarse que, lo que hizo ayer el presidente Macri, no es ni m谩s ni menos, que modificar un decreto que limitaba el uso del instrumento militar para conjurar amenazas que, las leyes hoy en vigencia ya contemplaban como susceptibles de ser abordadas con participaci贸n de las fuerzas militares.
Ahora bien, no es menos cierto que por mucho que se diga 鈥 y con raz贸n- que las Fuerzas Armadas de hoy nada tienen que ver con aquellas de la dictadura, que ning煤n oficial o suboficial tiene hoy en su ADN la menor intenci贸n de alzarse contra el orden constitucional y que ser谩n los primeros en exigir todo tipo de garant铆as legales a la hora de cumplir determinadas directivas, existen secuelas de aquellos a帽os que al parecer a煤n no est谩n superadas.
El ministro de Defensa, ha expresado reiteradamente que en modo alguno est谩 previsto que los militares, patrullen calles, realicen operativos policiales o ni tan solo tengan contacto con delincuentes comunes. Para el caso del despliegue a las fronteras, lo har谩n en condiciones parecidas a las que llevaron adelante en los operativos "Escudo Norte y Fort铆n" implementados durante la gesti贸n de Cristina Kirchner.
Est谩 claro adem谩s que, a estas tareas se agregan, la custodia efectiva de objetivos estrat茅gicos como ser, centrales el茅ctricas, centros de comunicaciones, pozos petroleros y reservorios de agua entre otros. Y que ha quedado manifestada la intenci贸n gubernamental de considerar como agresi贸n externa adem谩s de la perpetrada por un ej茅rcito extranjero, las provenientes del narcotr谩fico y el terrorismo internacional.
A la luz de todo lo expuesto, puede vislumbrarse en el corto plazo, un crudo cruce de opiniones entre distintos sectores pol铆ticos y obviamente la presentaci贸n de recursos judiciales para que las intenciones del Ejecutivo no prosperen. Una vez m谩s nos moderemos la cola entre nosotros y de no mediar cierta cordura, una vez m谩s la eterna pulseada interna, neutralizar谩 cualquier intento de dar un paso en alguna direcci贸n.
Ahora cabe preguntarse entonces, 驴Qu茅 hacemos?, que hacemos con unos 100.000 hombres y mujeres que integran las diezmadas fuerzas armadas. Que hacemos con la protecci贸n de nuestras fronteras h煤medas y secas que son a todas luces verdaderos coladores virtualmente desprotegidos. Que hacemos para integrar de alguna manera un sistema de seguridad que pueda utilizar aquellos elementos que el sistema de defensa puede a煤n brindar, frente a flagelos reales y palpables.
Al margen de la pertinencia del decreto hoy conocido, el debate parlamentario se torna inevitable para poder actualizar, reestablecer y regular las condiciones en las que se deber谩 asentar el funcionamiento de la Defensa y la Seguridad del pa铆s. Un decreto no basta, es necesario que se cuente con una pol铆tica de estado en la materia, que pueda ser mantenida en el tiempo. No podemos correr el riesgo de iniciar hoy un rumbo, que sea cambiado por otro diametralmente opuesto en unos a帽os.
Finalmente, me permito concluir que no podemos seguir viendo a quienes portan uniforme, como a enemigos de la sociedad, hay mucho por mejorar en nuestras Fuerzas Armadas, muchos de sus defectos internos, no son otros de los que como sociedad nos cruzan a todos. Y cuando menos , no deber铆amos cometer la enorme torpeza de quedar atrapados para siempre en los diez a帽os m谩s oscuros de la historia nacional, hay millones de argentinos inocentes y ajenos a todo lo que nos ocurri贸, entre ellos, las nuevas generaciones de civiles y militares que habitan este suelo y que anhelan por igual un pa铆s mejor.
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